martes, 14 de octubre de 2008

Fabula del mosquito compositor


Aqui estoy, dándole al teclado, pero solo para la introducción, lo demás lo tenía escrito, como reza al final la fecha de terminación del texto.
No me extiendo os pongo una imágen que no tiene nada que ver con el relato ¿O sí? bueno es un hermano mayor del díptero de la fábula

FÁBULA DEL MOSQUITO COMPOSITOR

Seguro que alguna vez os ha pasado. Estabais tan tranquilos en vuestra habitación de dormir y un sonido estridente y molesto os ha interrumpido el sueño o vuestra tranquilidad. No hay por que temer, son los mosquitos trompeteros, a lo más os pueden causar insomnio, pues estos no suelen picar. Incluso si lo hacen solo será una picadura más del verano.
Os aseguro que ellos no hacen ese ruido a propósito. Están así preparados por la naturaleza y no tienen más remedió que incordiar. Pero son buena gente, sobre todo uno del que voy a contaros algo sorprendente. Era uno de estos mosquitos, pero a él se le ocurrió que podía controlar su ruido.
El citado insecto nació en los vestuarios de un conocido teatro donde se daban muchos conciertos. Desde pequeño los sonidos que escuchaba le animaban a reproducirlos con su trompeteo. Fue tarea difícil, pues tuvo que afinar al máximo, dado lo extremo de sus notas naturales.
Después de mucho ensayar, quiso perfeccionarse y no se perdía ningún concierto, ni sus preparaciones. Un buen día se metió sin querer en una maleta de un músico y se lo llevaron del teatro. ¡Vaya faena! Decía nuestro amigo ¿Y como ensayo yo ahora?
De lo que no se había dado cuenta este bichito volador, es que ya tenía el don de la interpretación. Por lo que cuando llegó a casa del músico se fue volando y se quedó en la habitación del hijo del músico.
Por las noches salía y deleitaba con sus melodías al hijo del compositor. Entonces le dijo el niño a su padre. Oye papá no deberías quedarte tanto tiempo por las noches ensayando. Y no es que me moleste, incluso me ayuda a dormir, pero ¿No te parece demasiado ensayar aquí y en el teatro?
El músico se quedó pensativo y le dijo a su retoño: -Si yo solo ensayo en el teatro, y precisamente por no molestar, aquí solo compongo por las tardes. Será algún vecino con insomnio que tendrá puesta la radio. Y todo quedó así.
No tardó nuestro amigo mosquito en no perderse los ensayos del virtuoso intérprete. Y siguió amenizando los sueños del niño. Tanto le ayudaba a dormir y a la vez le inspiraba a este chico, que decidió seguir los pasos de su padre. A éste le sorprendió, pues no era precisamente la música lo que le gustaba al niño.
Con el tiempo ensayaba su hijo en su habitación. Y un día, mientras tocaba el violín, oyó como si una trompeta lo acompañara. Afinó el oído y bajo el tono de la música. Se fundieron en uno el violín y la melodía del insecto. Entonces el chico pensó que era magia. Porque su padre no estaba y en el vecindario todos estaban trabajando.
Se lo comento a su padre. Éste le dijo que probara a tocar su violín, él lo acompañaría con su clarinete y vería como no sonaba nada más. El dúo empezó a sonar y la sorpresa de los tres (incluido el mosquito), es que formaban una orquesta perfecta.
El padre aguzó el oído y no identificaba quien podría emitir tan perfecta pieza. Estuvo a punto de romper el terceto, porque casi, de un manotazo se carga al insecto. Pero después de errar el golpe oyó como el mosquito emitía un sonido para que lo identificara.
¡No es posible! Este mosquito interpreta una pieza. Intentemos no perderlo de vista y toquemos algo. Toda la tarde tocaron, el padre, el hijo y el mosquito. Incluso el niño lo grabó en su equipo de música. Muchas tardes y noches gozaron de la melodía del animalillo. Pero cuando éste sintió que su vida tocaba (nunca mejor dicho) a su fin, entonó la mejor de sus melodías. Esa tarde lo acompañaron el padre y el hijo, el insecto dio lo mejor de sí mismo y tocó hasta que se desplomó en el suelo de la habitación.
El niño lo recogió y lo metió en una cajita de cerillas. Lo pusieron en el jardín junto a un árbol de cerezas. Y no fue el final de sus melodías. Con las grabaciones que habían hecho los tres, editaron un disco. Y fue el éxito de la temporada, cuando les preguntaban quien tocaba la trompeta, ellos les decían: -Un músico de altura, ligero y excepcional. Se fue sin decirnos adiós, pero nos dejó lo mejor de su música.
Todos querían encontrar al tercer componente de la banda. No pudieron y se convirtió en una leyenda. Y una noche el niño pareció oír el sonido de una trompeta saliendo justo al lado de la base del cerezo. Después todas las noches interpretaba una sinfonía diferente lo cual fue el último regalo del insecto compositor.

AUTOR: JUAN GREGORIO GARCÍA ALHAMBRA
14/12/2004