viernes, 31 de agosto de 2007




Luna, lunera, cascabelera. Me viene al pelo, no por la rima fácil y conocida que la acompaña. Sino por dos cosas, es la luna de agosto, la mejor del año y yo que soy de los "cascabeles" que es el apodo de mi familia paterna pues eso. Ya se me ha pasado lo de hacer poesías. No si ya sabía que a mi las cosas me afectan lo que me afectan. Bueno os voy a contar, en prosa, una historia breve y concisa.
LA ESTRELLA FUGAZ
Vívía andrea en un pueblo apartado, dejado de la mano de Dios. Allí, comodidades que eran muy normales en otros sitios más grandes, eran verdaderos lujos. Y, mientras ella lo ignorara pues pensaba que todo era normal. Pero un día su tía la llevo a un núcleo poblacional más grande. Se le hacían los ojos chiribitas. Veía coches lujosos, tiendas donde se podía comprar de todo y un parque donde jugó en un monton de columpios, toboganes etc, y gratis. Volvió a su localidad y empezó a entristecerse, allí eran, no pobres, sino alejados de todo las comodidades que vio en la ciudad. Decidió aislarse, desear irse de allí a otro sitio. Un día se escapó al monte, pasó alli toda la noche, vio una lluvia de estrellas fugaces, a cada una, le pidió el deseo de tener más cosas y mejores. Luego la regañina por parte de sus padres fue grande. La castigaron un mes. A ella le daba igual y una noche ante su ventana pasó algo que creía una estrella fugaz, pero su cola tenía colorines y parecía hablarle. Le dijo que tenía mucho más que cualquier chiquilla de la ciudad. Un ambiente sano, unos padres que se preocupaban por ella. Y podía jugar en el bosque, en la plaza y los columpios del parque tampoco eran tan malos. Que no envidiara a nadie, que no es más felíz el que más tiene, sino el que menos necesita. Se levantó distinta, y cumpliendo su castigo, no quiso que las cosas cambiaran. Pero intentó cuando fue creciendo, que las cosas fueran un poco mejor en su pueblo. Llegó, incluso a alcaldesa, e hizo que muchas de las cosas de las que carecían llegaran allí. Todos los fines de semana al crepúsculo, iba a la roca donde contempló la lluvia de estrellas fugaces. Y, cuando veía alguna le rogaba que le diera salud, fuerza y ganas de amar a los demás. Que eso era realmente lo crucial.
Y la luna una de esas noches le guiño un ojo de su cara enigmática y nada volvió a ser como era antes.

Autor: JUAN GREGORIO GARCÍA ALHAMBRA
31/08/07
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